Podemos definir la inteligencia emocional, concepto tan extendido hoy día, como “la capacidad de percibir los sentimientos propios y de los demás para, en función de ellos, guiar nuestra conducta y nuestra comunicación con los demás”.
De acuerdo a una encuesta realizada entre todos los miembros de la Academia de Gerentes Administrativos Certificados de los Estados Unidos, en la cual se les pidió que identificaran las habilidades que a su modo de ver eran las más importantes en su trabajo, las siguientes cualidades fueron identificadas como las responsabilidades más importantes del dirigente empresarial de hoy:
- Saber escuchar.
- Saber dar instrucciones claras y efectivas.
- Identificar y solucionar problemas o situaciones conflictivas en la empresa.
- Dar reconocimiento a sus colaboradores por los resultados obtenidos.
- Delegar responsabilidades de una manera eficaz.
- Saber escribir efectivamente.
- Comunicar las diferentes decisiones y objetivos a su equipo de trabajo.
- Ser efectivo en la comunicación oral.
- Explicar sus funciones a los nuevos miembros de su equipo.
- Recoger y aceptar las opiniones y críticas de sus clientes internos y externos
Repasando estas cualidades podemos sacar dos conclusiones principales:
- La mayor parte de las habilidades están relacionadas con la empatía, las habilidades sociales y la capacidad de comunicación, cualidades todas ellas inherentes a la inteligencia emocional.
- Ninguna de las habilidades indicadas está relacionada con un alto conocimiento técnico o específico en una determinada materia
Frecuentemente nuestra formación se ha centrado casi en exclusiva en el desarrollo de nuestras habilidades racionales y técnicas. Sin embargo, las que permiten destacar como directivo y actualmente así demanda la empresa y la sociedad en general, son las relacionadas con la inteligencia emocional, como la capacidad de comunicar interna y externamente, percibir la situación de nuestro entorno y empatizar con los demás.
De manera similar la Universidad de Harvard y la Fundación Carnegie, después de realizar investigaciones independientes, encontraron que sólo un 15% de las razones por las cuales una persona triunfa profesionalmente, escala posiciones dentro de su empresa y sale adelante en su campo, tiene que ver con sus habilidades profesionales y conocimientos técnicos. El 85% restante tiene que ver con su actitud personal, su nivel de motivación y su capacidad para desarrollar relaciones positivas con las demás personas.
De estos estudios podemos deducir la importancia de que el directivo, o el aspirante a serlo, se autoevalúe con sinceridad en su inteligencia emocional y que se plantee cómo desarrollarla si no se encuentra en un nivel adecuado.
Porque lo mejor de todo es que la inteligencia emocional puede desarrollarse, al igual que cada una de las habilidades que la componen, como la comunicación y la empatía. Para ello es fundamental darse cuenta del punto de partida, tomar conciencia de lo que nos falta y nos limita y establecer un plan para mejorar o modificar nuestro comportamiento, tal como, por ejemplo, se hace en un proceso de coaching.
- ¿Sabes escuchar o estás esperando a que termine de hablar el otro para “colocar” tu punto de vista?
- ¿Le llega a tus subordinados el mensaje que quieres transmitir cómo a ti te gustaría?
- ¿Estás abierto a mejorar en base a las críticas de los demás?
- ¿Eres consciente del impacto del reconocimiento del buen trabajo realizado por los demás?
Estas preguntas te pueden ayudar a darte cuenta si hay algún área de mejora en tu inteligencia emocional. ¿Te interesa desarrollarla?
Alberto Anaya, Octubre 2015
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