Frecuentemente oímos expresiones del tipo, “ Fulano es más inteligente, pero no es tan listo como él”, atribuido a alguien que a pesar de su capacidad lógica, racional o intelectual no sabe destacar en la agudeza práctica, en el día a día , ni relacionarse con los demás, en comparación con otro.
Y es que en definitiva estamos hablando de dos cualidades distintas: La inteligencia racional, tradicionalmente asociada al concepto de “persona inteligente” y la inteligencia emocional, concepto tan de moda en estos tiempos, propia de lo que denominaríamos tradicionalmente una “persona lista”.
Hay muchos ejemplos de personas muy inteligentes emocionalmente. Por citar sólo a algunos, podemos nombrar a John F. Kennedy, Mahatma Gandhi o Nelson Mandela.
La inteligencia emocional consta de habilidades como la empatía y la facilidad para comunicar y relacionarse con los demás. Podríamos definirla como “la capacidad de percibir los sentimientos propios y de los demás, para, en función de ellos, guiar nuestro pensamiento y nuestra conducta”. Es en definitiva una característica fundamental de cualquier líder.
En el lado contrario, John Forbes Nash, el genio matemático que obtuvo el premio nobel de economía por su teoría de juegos, es un ejemplo típico de inteligencia racional, que no destaca, más bien todo lo contrario, por las habilidades típicas de la inteligencia emocional, indicadas arriba.
Tradicionalmente se ha valorado más a la inteligencia racional, propia del hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, que a la emocional, desarrollada principalmente en el hemisferio izquierdo.
Pero esto ha quedado definitivamente atrás. Los grandes triunfadores de esta era son gente con una extraordinaria Inteligencia emocional. Por ejemplo Steve Jobs, que supo liderar a personas con una gran inteligencia racional, capaces de desarrollar materialmente las ideas que sólo él intuyó .
En el siglo pasado bastaba con fabricar un buen producto, útil o que funcionara bien, para que fuera un éxito. Ahora ya no es suficiente: necesitamos productos que emocionen, que sean imaginativos desde el punto de vista de su aplicación y atractivos desde un punto de vista estético o de diseño.
El acceso a las nuevas tecnologías y a internet, hace que las habilidades relacionadas con la inteligencia racional como lógica, el análisis y la razón, han pasado a depender de las vinculadas a la inteligencia emocional, como la empatía, capacidad de motivación y comunicación y socialización, han pasado a ser las fundamentales para triunfar.
La buena noticia es que estas habilidades se pueden desarrollar.
¿Te apuntas?
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